Las plantas son, universalmente, objeto de una gran diversidad de aplicaciones rituales. Los usos rituales de la palma blanca ocupan una posición eminente en el mundo mediterráneo. Con el incienso y los perfumes, forman parte de los ciclos litúrgicos mayores de las religiones judía y cristiana, así como de las tradiciones populares del islam. Estas plantas tienen, de manera especial, un lugar destacado en la liturgia de aplicaciones rituales pascual –en el mundo cristiano católico y ortodoxo- y a lo largo de los oficios referentes al Año Nuevo- en el caso de los judios.
En el calendario judío, el uso de las palmas se realiza después de las fiestas del Año Nuevo que tiene lugar al principio de otoño y requiere grandes preparativos. Consiste, principalmente, en la creación de cabañas de palmas y la recogida de palmas está sometida a estrictas exigencias rituales.
La cabaña ritual, que ha dado su nombre a la fiesta, debe estar al aire libre, balcón, jardín, patio o terraza, en recuerdo de un pasaje de la Biblia, el Éxodo de los judíos fuera de Egipto. La palmera también forma parte en la confección de ramos trenzados tradicionales destinados a las plegarias y a los oficios con otras plantas que son, como ella, objeto de un cultivo específico. Se trata del cidró –cultivado desde semilla-, del mirto – cultivado en chamicera con el fin de obtener brotes trifoliados, y del sauce –donde también se buscan características poco usuales.
En el calendario cristiano, las ceremonias pascuales empiezan con el Dies palmarum , también llamado Domingo de Ramos. Esta fiesta ha dado lugar a ricas tradiciones, con las plantas ocupando un lugar central, principalmente la palma blanca, objeto de composiciones artesanales muy elaboradas que acompañan a las procesiones de Semana Santa.
Muchas zonas mediterráneas han mantenido, hasta la actualidad, la producción de plantas rituales. Forman una red de intercambios culturales y agrícolas muy antigua. Estas tradiciones revelan también la existencia de un ritual botánico muy antiguo, cuyas fuentes nos son desconocidas ya que no se sustentan enningún texto bíblico. Los cultivadores hacen así (en Bordighera) una distinción, en la variedad dactylifera , entre las palmas llamadas judias (ebraicas) y las llamadas romanas (romana), en función de sus usos religiosos. Esta diferenciación, desconocida tanto para los expertos rabínicos como los botánicos, descansa sobre criterios morfológicos: un porte más rígido y la extremidad de la hoja más corta y más redondeada.
Lo mismo ocurre con el cidró, en donde las prescripciones rituales son todavía más complejas. Su cultivo está, además, en el origen de la introducción de los cítricos en occidente. Estas tradiciones también han llevado a las palmicultura más allá de su habitat original, con la creación de dos palmerales en la costa norte del Mediterráneo, Elche (en España) y San Remo (en Italia). Estos dos parajes siguen siendo, hoy en día, lugares donde se conservan vivos estas ricas tradiciones interculturales.
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Lo mismo ocurre con el cidró, en donde las prescripciones rituales son todavía más complejas. Su cultivo está, además, en el origen de la introducción de los cítricos en occidente. Estas tradiciones también han llevado a las palmicultura más allá de su habitat original, con la creación de dos palmerales en la costa norte del Mediterráneo, Elche (en España) y San Remo (en Italia). Estos dos parajes siguen siendo, hoy en día, lugares donde se conservan vivos estas ricas tradiciones interculturales.
El cultivo de la palma blanca ritual
El arte del trenzado de la palma es, en su origen, un arte religioso que atañe a varias religiones:
– los Anglicanos con las cruces tradicionales del Domingo de Ramos
– los Ortodoxos con las cruces adornadas con gemas
– los Coptos con los panes en forma de anillos con una cruz trenzada
– los Judíos con el ramo ritual de Sourrhot enfundado en palma trenzada.
– y, sobre todo, los Católicos, con una gran variedad de formas, que hacen del arte de la palma trenzada un arte auténtico de inspiración popular y religioso.
La artesanía de la palma requiere un cultivo específico de los árboles que se basa en la técnica del atado . Cada año, las palmas se atan en forma de ramo. Estas toman colores que van desde el blanco hasta el amarillo-dorado, pasando por toda una gama de verdes suaves y de mezcla de tonos que unen el amarillo limón y el verde ácido.
Actualmente existen tres regiones que realizan esta agricultura ritual:
– en Francia, en Bastia, donde subsiste un pequeño cultivo de uso local.
– en Italia, en Bordighera, donde la producción ha pasado de un centenar de miles de palmas a una decena de miles de piezas.
– en España, en Elche, donde la actividad se mantiene con varios centenares de miles de palmas rituales.
Las técnicas de cultivo italianas.
Luciano Traverso es el último palmerero en actividad del palmeral del ligur. Los años buenos cultiva alrededor de un centenar de árboles, recordando en tiempo, no muy lejano, cuando unas quince personas se dedicaban a este oficio, hoy en declive.
El cultivo de las palmas se realiza a lo largo del mes de julio, hasta la Magdalena (el día 22). Necesita muy pocas herramientas, un machete, dos cañas con la punta cortada en ángulo, una cuerda gruesa, bramante y alambre.
Primero, es necesario podar toscamente la palmera, con la finalidad de poder apoyarse en la copa.
Después de haber fijado sólidamente las hojas a su base con un alambre, se procede al atado propiamente dicho. Basta para esto con una simple cuerda de bramante que se ata alrededor de las hojas centrales y que continua hacía arriba con la ayuda de las cañas. La operación se repite una docena de veces lo que le da la forma de un salami a la palmera atada. Para evitar que la palmera no se seque, esta operación solo se realiza cada dos años.
Las técnicas de cultivo españolas.
Francisco Serrano es uno de los principales productores de palma blanca del palmeral español de Elche, donde se producen cada año decenas de miles de palmas.
Aquí, los palmereros forman cuadrillas realizando el atado de las palmeras entre los meses de enero y junio. El palmerero trepa a lo alto de la palmera, generalmente a más de 10 m. de altura, con su machete y un rollo de cuerda que le servirá para atar la palmera. Una vez arriba, reduce el número de hojas hasta dejar las centrales. Después de haber atado bien la base, lleva la cuerda hacia arriba con la ayuda de una caña terminada en una punta, metálica, con forma de bisel. Y repote la operación hasta que el atado está bien formado. Un ayudante le hace llegar las palmas previamente cortadas, que ata alrededor de las centrales siguiendo el mismo método que antes. Durante el verano, es necesario volver a subir a la palmera con el fin de cubrir el extremo superior con un capuchón de plástico negro. Ya en esta época las palmas salen, de hecho, por la parte superior de la planta.
Esta operación no se podrá volver a hacer en 5 años, ya que la ley lo prohíbe con el fin de evitar la muerte de la palmera, lo que ocurre, de todas maneras, bastante a menudo. Esta mortalidad se atribuía, hasta ahora, al empleo de capuchones de plástico que han reemplazado, por comodidad, los capuchones tradicionales de palma seca.
Las palmeras de Elche han sido objeto, durante los últimos años, de virulentas críticas por parte de los defensores del medio ambiente. La polémica se fundaba, sin embargo, en criterios ecológicos estéticos muy discutibles.
Ventajas de cada uno de los dos procedimientos.
Las diferencias entre técnicas de cultivo se explican, de hecho, por las opciones tendentes a optimizar dos factores contradictorios, la productividad y la calidad por una parte, y la rareza de los recursos por la otra. Esta contradicción pone de relieve características botánicas específicas de la palmera. Es una planta con un ciclo anual, con un número extremadamente variable de palmas nuevas, entre 8 y 40 hojas dependiendo de las condiciones de riego e insolación. Es durante la primavera cuando se produce el crecimiento mayor.
Los italianos han elegido retrasar la fecha del atado al final del periodo de crecimiento. Esta elección presenta una ventaja cierta, dentro de una tradición agrícola preocupada por la economía de recursos tanto en suelo como en agua. Permita, además, una explotación más sostenida de los árboles. Hay, por el contrario, el gran inconveniente de reducir la productividad y la calidad de la cosecha.
Los españoles han elegido retrasar la fecha del atado al final del periodo de crecimiento. Esta elección presenta una ventaja cierta, dentro de una tradición agrícola preocupada por la economía de recursos tanto en suelo como en agua. Permite, además, una explotación mas sostenida de los árboles. Hay, por el contrario, el gran inconveniente de reducir la productividad y la calidad de la cosecha.
Los españoles han elegido privilegiar la productividad y la calidad. Obtienen entre dos y tres veces más de hojas de palma, con una longitud que puede llegar hasta los 4 metros a diferencia de los 3 de máximo de Bordighera. En contrapartida, deben limitar su explotación a 5 años en lugar de a 2, para evitar la muerte de la palmera.
La estación Phoenix del INRA rechaza a este respecto la alternativa que opondría una técnica italiana más ecológica a un método español más productivista. Según Michel Ferry, no es verdad que el atado el modo de Elche conlleve la pérdida sistemática de las datileras. Cuando se respetan los 5 años y las palmeras no son demasiado viejas, esta pérdida tiene un carácter excepcional. Los defensores de las palmeras (y no de los agricultores y de las tradiciones) de Elche han atribuido, sin razón, la muerte de las palmeras, a mediados de los años 90, a la producción de palma blanca. La mayor mortalidad que sufrieron las palmeras durante esta época se debió principalmente, a la gran sequía que hizo estragos durante 3-4 años consecutivos.
Dejar dos ó tres palmas en cada palmera atada no presenta ninguna ventaja ecológica – añade M. Ferry-. Los agricultores de Elche, así como F. Picó, han interpretado mal nuestros viejos y repetidos consejos (que no tienen nada de originales) sobre la importancia de no cortar más que un mínimo de palmas verdes. Nosotros proponemos, desde hace mucho tiempo, dejar sobre la palmera prácticamente todas las palmas de la corona exterior y de la corona media. Esto permitiría a las palmeras atadas una recuperación más vigorosa y permitiría además recolectar las palmas blancas más frecuentemente. Hace ya algunos años, demostramos en algunas datileras de nuestra parcela experimental, como atar las palmeras conservando un número máximo de palmas. Pero aquí, los agricultores y los técnicos consideran la eliminación de las palmas como una verdadera tala (como se tala un frutal) mientras que, de hecho, no se trata más que de un aclarado.
La estación Phoenix también llama la atención de los cultivadores sobre la importancia del riego. En los palmerales israelitas, los agrónomos obtienen hasta 50 palmas por árbol y año, lo que supone el empleo de cerca de 3000 l. de agua al mes (en verano) contra los 500 a 1000 l. de Elche.
El futuro de la producción de palma blanca pasaría a la vez, por la adopción de técnicas más respetuosas con las características de cultivo propias de la palmera y por una mejor gestión del agua, tema de una gran actualidad tanto en España como en Italia.