La calidad del substrato será fundamental para el mantenimiento de las palmeras en interiores. Deberá ser poroso pero, a la vez, capaz de retener suficiente agua para no obligarnos a regar con demasiada frecuencia.
Tendrá una buena capacidad de retención y liberación de elementos fertilizantes y un bajo contenido en sales solubles. En un substrato salino, las plantas presentarían unos síntomas muy parecidos a los provocados por falta de riego, ya que una alta presión osmótica imposibilitaría la absorción de agua por las raíces.
El substrato también debe ser uniforme y fácil de volver a hacer para que el riego, fertilización y otras tareas de mantenimiento puedan simplificarse. Medios diferentes requerirían mantenimientos también diferentes y, por tanto, más tiempo y coste. Estará libre de plagas, enfermedades, malas hierbas y residuos químicos y, por supuesto, su coste será razonable.
Existen numerosas fórmulas de composición de substratos, como 1 turba + 2 arena + 3 corteza de pino (compostada), o simplemente, de 1 a 3 partes de turba por cada una de arena, no debiendo tener esta última origen calizo ni ser inferior a 0,5 mm.. El pH se corregirá hasta alcanzar un valor de 6-6,5 empleando dolomita.
Respecto al abonado, y tras la adquisición de las plantas, se recomienda retirar todos los granos de abono que se observen sobre el substrato y dar un riego profundo, debido a que los niveles de nutrición empleados en las zonas de producción serán excesivos para las condiciones de interior.
Para el mantenimiento de palmeras en interiores pueden emplearse muchos tipos de fertilizantes minerales, siempre y cuando incluyan nitrógeno, fósforo, potásio y magnesio, además de microelementos, con igual porcentaje de nitrógeno y de potásio y un tercio de esa cantidad de magnesio.
Hay que tener en cuenta que a medida que las plantas son cultivadas a mayores intensidades luminosas demandarán más cantidad de nutrientes -en particular de nitrógeno- pero, en general, el abonado de las plantas que se encuentran en interiores deberá ser reducido y sólo se efectuará cada 3-4 semanas en verano, regando siempre a continuación.
Serán preferibles los abonos de liberación lenta a los solubles o de rápida liberación -sobre todo si se acaban de transplantar las palmeras o tienen dañado el sistema radicular-, y se fertilizarán foliarmente cuando se desee provocar una rápida respuesta.