Plaza de Parejas s/n.28300 Aranjuez. Madrid.
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Situado en la confluencia de los ríos Jarama y Tajo, a unos 50 Km. al sur de Madrid, Aranjuez ha sido morada de los reyes de España desde el Siglo XV. Pero es Felipe II en el Siglo XVI su verdadero fundador y quién construyó, entre otras cosas, las canalizaciones para el regadío que convirtieron a Aranjuez en el vergel que es hoy.
Hasta finales del siglo XIX, los reyes se han ido sucediendo transformando este Sitio según las necesidades del momento y los gustos de cada época.
Como consecuencia de todo esto Aranjuez es un conjunto de jardines de todos los estilos y gustos posibles, siendo entre todos ellos los jardines de la Isla, el Parterre y los jardines del Príncipe los más representativos.
Jardín de La Isla:
Limitado por el río Tajo y por un canal artificial, este jardín se convierte en una isla al que se accede por dos puentes.
En un principio su eje central estaba cubierto por túneles de moreras y enrejados de madera. También poseía numerosas fuentes de inspiración islámica adornadas con piedras de colores y suelos de azulejos y abundaban los parterres de flores a la manera flamenca.
En la actualidad, poca cosa queda de aquel jardín ya que en el siglo XVIII la Isla se transforma en otro con influencias francesas desapareciendo, entre otras cosas, las galerías o emparrados de madera del eje central.
Jardín del Parterre:
El Jardín del Rey, cerrado y con claras influencias Mudejar e italiana, típico de los palacios de los Austrias, perdió su carácter intimista cuando se construye en 1724 el Jardín del Parterre.
En ese momento se tira el muro que lo cierra, se cubre el suelo, se quita la fuente y se llena de estatuas.
De este jardín, como del anterior, queda poco, ya que en el siglo XIX se modifican las plantaciones y los ejes que caracterizaban sus trazados.
Jardín del Príncipe:
A diferencia de los dos anteriores el responsable de su creación fue Carlos III. Es un jardín paisajista que siguió la moda inglesa y francesa del siglo XVIII pero posee un carácter único y particular.
Como buen jardín paisajista todo él está lleno de elementos singulares: el Pabellón a la moda oriental en el estanque Los Chinescos, la isla con la Casita del Ermitaño, el Fortín con baterías de cañoncitos, la Casa de Marina -al mando de un almirante que tenía a su cargo las falúas que navegaban por el río-, el laberinto, hoy desaparecido, las Islas Americana y Asiática, que reproducían sus paisajes con lo traído en sucesivas expediciones botánicas, y un largo etcétera.